Los maravillosos 90 años de magisterio de Virgilio Pedrero «Lili»
🔴 Como hostelero aprendió el oficio en el bar-restaurante La Golondrina, para después regentar con Maruja, su mujer, El Mesón de Lili y la cafetería de la Delegación de Hacienda.
🔴 En la Semana Santa, Lili es maestro de maestros, especialmente en el mundo de la carga, y su huella y cadencia es visible en numerosos pasos. Ha sido jefe de paso de La Esperanza, el Jesús en su Tercera Caída, el popular Cinco de Copas o su querida Virgen de los Clavos.
Han pasado «sólo» nueve décadas; los esplendoroso 90 años que cumple hoy Virgilio Pedrero Yéboles «Lili», mítico hostelero y maestro de maestros en la Semana Santa zamorana.
Hijo de Virgilio y de la señora Carmen, propietarios del bar-restaurante La Golondrina, famoso por sus caracoles, Virgilio aprendió el oficio hostelero desde bien joven cuando, al morir su padre, siendo él un adolescente, se puso tras la barra del legendario bar para ayudar a su madre y a su hermana mayor, Anita, a sacar adelante el negocio y a sus hermanos pequeños, Antonio, Lita y Eduardo.
Precisamente en el famoso mural de su hermano Antonio sobre La Golondrina, aparecen de espaldas, como camareros, Lili y Eduardo atendiendo la barra.
Y así los recuerdan generaciones enteras de zamoranos, hasta que Lili emprendió su propio negocio con Maruja, su mujer, excelente cocinera y hermana de Laurita, quien durante tantos años regentase el restaurante Pozo con su marido, Félix.
Ubicado en la calle Pelayo, pared con pared con el Bar Rocío de Agustín el Rejo y María Jesús, El Mesón de Lili se convirtió en punto de encuentro de toda la sociedad zamorana y en sede de tertulias impagables de una Zamora que reunía a los mejores: el universal Claudio Rodríguez, Ramón Abrantes, Chiquilí, Tundidor, Mostajo, Coomonte, Antonio Pedrero, Tomás Crespo, Manolo Roncero, Justo Pichel, Ricardo Flecha padre… amigos y gente que hablan de una ciudad mucho más humana, más amable, más generosa. Lo recuerdo bullicioso los Jueves Santos lleno de mujeres con mantilla que venían de la procesión y de visitar los monumentos.
También Lili fue uno de los pioneros en regentar las desaparecidas casetas hosteleras que se instalaban en El Castillo (entonces Parque del General Mola) en las fiestas de San Pedro. Ubicada al fondo, a la derecha de la desaparecida pérgola, cerca del foso, era la más cercana al escenario y los camerinos, por lo que recuerda con prodigiosa memoria y humor miles de anécdotas con los más grandes de la canción del momento. Aquellas irrepetibles Fiestas de San Pedro que pusieron a Zamora en el mapa gracias a la Comisión de Fiestas del Año 71 y que hoy sería imposible repetir.
Posteriormente Virgilio y Maruja asumieron la concesión de la cafetería de la delegación de Hacienda, donde les llegó la jubilación. Allí se alternaban los desayunos y almuerzos de los funcionarios con las tertulias semanasanteras del mediodía con amigos entrañables y muy queridos como Belén Alonso, a quien tanto echamos de menos; Javier Lozano; Juan Carlos Benéitez; Alfonso Boizas; Rafael Pedrero (su sobrino y ojito derecho desde siempre); Alberto Piorno y su hijo, Toño Pedrero, mientras Maruja se ganaba el cielo sin decir una sola palabra y Carmen, su hija, atendía a sus cosas en otra órbita. Lo que daría yo ahora por aquellas empanadillas y los vermús con un chorrito de sifón y la banderillas con aceituna, anchoa y limón.
❤️ Lili y la Semana Santa
Pero si en algo Lili ha sido MAESTRO, en mayúsculas, ha sido en el mundo de la Semana Santa y especialmente en la carga, donde logró dar a los hermanos de paso la dignidad de hermanos en igualdad a los de la fila, con número y medalla, y donde ha sido el máximo impulsor de que los pasos que un día se pusieron a ruedas volvieran sobre los hombros. De eso poco saben, porque no lo conocen, las nuevas generaciones, las del «quítate tú para ponerme yo», que se lo encontraron todo hecho, que han crecido en otra Semana Santa que nada tiene que ver con la que tantos hemos de nuestros mayores.
Con sólo 14 años, Lili entra bajo el Cinco de Copas a las órdenes del tío José Aragón, que lo quiso como a un hijo y a quien sucedería muchos años al frente del paso insignia de La Madrugada. Por vía paterna, hereda su amor por la Virgen de los Clavos, imagen en la que cargaron su abuelo Antonio y su padre, y después él y las generaciones siguientes hasta llegar a los nietos. Con cuánto amor, con cuánto orgullo la guiaba Lili por las calles.
Fue también impulsor y hermano de paso desde el primer año de la Virgen de la Esperanza, para después convertirse en sí jefe de paso. Su especial forma de entender la carga, su cadencia, su elegancia, crearon escuela y es fácil reconocer en sus pasos la huella de Lili, su sabiduría, siempre en maestro.
Arrimó el hombro bajo el Cristo del Espíritu Santo y portó al de la Buena Muerte desde su primera salida procesional; fue el primer jefe de paso de Jesús en su Tercera Caída para enseñar a aquellos incipientes y jóvenes cargadores el camino; vocal de pasos de La Congregación, condujo al Nazareno de su hermano Antonio desde la panera a la iglesia de San Juan para su bendición, hace ahora 25 años, y ha celebrado muchos años la Resurrección bajo la Virgen de La Alegría.
Bajo su presidencia, la cofradía de Jesús del Vía Crucis experimentó un espectacular cambio y resurgimiento y gracias a su empeño y el de su directiva -con la complicidad en prensa de quien esto escribe- Zamora recuperaba el traslado procesional del Nazareno de San Frontis.
Sería imposible describir en apenas un espacio de Internet una personalidad tan arrolladora, para lo bueno y para lo malo, porque Virgilio ha sido pura pasión, pura energía, muchas veces sin contar tres antes de hablar, pero siempre desde un corazón que no le cabe en el pecho y con una sinceridad que no siempre es buena en un mundo de tantas mentiras y verdades a medias como buen Aries de marzo, tan terco como tierno, a veces como la gaseosa a punto de estallar.
Su historia es la historia de mi familia, de los míos, tan distintos, pero tan unidos en las cosas del corazón, a pesar de los pesares, incluso en las Antípodas de ver o entender ciertas cosas. Pero no me lo toquéis.
Su historia es ya historia de la Semana Santa, de esas historias que los jóvenes deberían aprender desde el respeto para que no se nos olvide de dónde venimos, que hubo gente que en los años más negros, más oscuros, más duros y más pobres de la Semana Santa, puso todo lo que tenía, corazón, vida, al servicio de nuestras cofradías, con la pasión y la generosidad en vena, para ponerla en nuestras manos como un tesoro que debemos mantener.
Mucho hemos discutido como dos trenes cuando chocan y mucho espero seguir discutiendo y queriéndote, soplando a tu sombra las velas de la vida. Hoy tu Esperanza no asomó a la calle y quizá esta madrugada no atraviese la puerta de San Juan el Cinco de Copas, o no salga bajo palio nuestra Virgencita. Pero todo me habla de ti cada Semana Santa, en tantos pequeños detalles que permanecen porque tú y un puñado de hombres como tú los pusísteis en pie, los hicísteis florecer.
Porque en este cumpleaños, ahora y siempre, tú eres el regalo. Porque es un orgullo ser parte tuya, rama que desciende de tu tronco, siempre en las manos de la Virgen de la Soledad, tanto amor.
Felicidades, Lili. Gracias por tus noventa años de magisterio.
Te quiero.
Lili que se te quiere
Apartir de los años setenta tuve la gran ocasión de conocer a todos los hermanos Pedrero y en especial a la Señora Carmen. Un fuerte abrazo para la familia Pedrero.