Fermoselle acariciada por el arco iris
En la frontera natural que trazan las aguas del río Duradero con Portugal, en la comarca de Sayago, mirador privilegiado a ese cañón mágico que dibujan Los Arribes del Duero, Fermoselle se alza señorial sobre la tierra.
Cuestas y edificios de piedra trazan una arquitectura prodigiosa en una villa cuyo vientre acoge las mil bodegas, el oficio milenario de convertir la uva en vino.
Tierra de olivos y aceite, de vinos de calidad y terneras de pasto generoso; de granito y encinas, de gentes buenas, toros, historia y leyendas, Fermoselle se deja acariciar por el arco iris en este enero de soles y aguas, tan hermosa bajo un cielo que marca el signo de la vida y la esperanza.
Fermoselle dorada bajo la luz de la alegría.
Foto: Oficina de Turismo de Fermoselle
