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SANABRIA, MÁS ALLÁ DEL FUEGO

La comarca de Sanabria es una tierra mágica, la joya de la corona de la provincia zamorana. Su Lago, sus sierras y montañas (todavía hoy pasto de las llamas), sus pueblos pequeños, sus gentes, sus casitas de piedra y pizarra, sus bosques y robledales, la monumental villa medieval de Puebla de Sanabria, que se recorta orgullosa sobre su promontorio, son el patrimonio que la naturaleza y los siglos quisieron dejar en este Oeste de la España Vacía, pero llena de sueños.

Sanabria vive días de incertidumbre, de miedo, de impotencia pero también de esperanza, de mostrar al mundo su extraordinario espíritu de supervivencia; días de resiliencia y lucha frente al fuego que ilumina las noches desde el Cañón del Tera y La Cabrera como una luz maldita y centenares de vecinos aterrorizados, en vela.

Doble arco iris en los Prados de Seoane (Ana Pedrero)

Sanabria es noticia, no por sus aguas transparentes ni por sus enclaves naturales únicos. Las cimas se han quemado, los frentes continúan voraces por la sierra pero no han tocado al Lago y su entorno; agosto, el mes salvífico para la comarca, se ha convertido en una pesadilla. Las reservas han sido canceladas, las carreteras cortadas, los vecinos y turistas desalojados. La amenaza ha estado a las puertas, la desolación, el vacío, es total.

Pero Sanabria es una tierra viva. Más allá del fuego, de los terribles vídeos y fotos, de la natural alarma, sus pueblos, sus gentes, necesitan ahora resucitar, volver a lo cotidiano poco a poco. Nadie les va a devolver lo quemado, pero sí la vida, la alegría, la compañía. La voz.

El Lago bajo el humo procedente del IFMolezuelas (Ana Pedrero)

Sanabria, más allá del fuego, de la nula gestión y prevención de la Junta de Castilla y León -a estas horas el consejero Quiñones debería estar cesado o debería haber dimitido por vergüenza, la que no tuvo en 2022 cuando ardió nuestra maravillosa Sierra de La Culebra-; más allá de su despoblación, de esa estación que el Gobierno ha dejado sin AVE para acortar diez minutos el trayecto de Galicia a Madrid; es también en estos días el ejemplo de la solidaridad y el coraje de sus vecinos, que han estado en primera línea del fuego defendiendo con uñas y dientes lo suyo, sus casas, su ganado, sus paisajes, sus recuerdos.

El ganado baja de la zona de Peces, arrasada por el fuego (cedida)

Unamuno llamó a su lago Espejo de Soledades, pero Sanabria es hoy reflejo de compañías, de almas, sed, agua de vida. Somos parte vuestra. Sanabria necesita sus turistas y viajeros, bañistas en el Lago, huéspedes en sus hoteles y casas rurales, comensales en sus restaurantes, compradores en sus tiendas y supermercados. Sanabria necesita nuestros pasos por sus calles y caminos, el retorno de todo lo que le ha sido robado por el fuego.

Más allá de la crispación, del vergonzoso fango político en que unos y otros han convertido la tragedia (las responsabilidades, las acusaciones, los desafortunados chascarrillos en X que vengan después, cuando la tierra y los ánimos se enfríen, cuando sus pueblos y sus gentes duerman tranquilos), Sanabria ahora necesita a todos aquellos que la amamos, que podemos contribuir no a devolverle lo quemado, pero sí a recuperar su día a día, a intentar salvar el peor agosto de su historia. No somos políticos, ni reyes, pero sí somos ese pueblo que salva al pueblo.

Viajar a Sanabria, pernoctar, consumir, comprar, acompañar, son las únicas tiritas ciudadanas que tenemos a mano, vecinas, del corazón, frente al abandono institucional secular que padece esta provincia de segunda, sin cupos ni cuotas, sin voz, sin peso en las urnas. Esta comarca, esta provincia dejada de la mano de quienes nos gobiernan en la Junta (responsable absoluta de la falta de prevención y la mala gestión de los terribles incendios); en el Gobierno (la foto llega tarde, la foto era en la estación del AVE de Otero con su tren mañanero, suprimido en mayo, con un reparto de fondos más solidario entre los pueblos y Comunidades); en Europa, con sus políticas demenciales que asfixian a agricultores y ganaderos, que condenan a la muerte al medio rural. Que aquí hay para todos, que el fuego no es cosa de un día, que entre todos nos queman a diario, que cada olvido es una gota de combustible en esos montes que la Junta tiene abandonados.

Sanabria se ha quemado, pero Sanabria se pone en pie sobre sus cenizas y nos espera. Acudir a su llamada, estar, abrazar, socorrer, es la única medida a nuestro alcance. Y alzar la voz, pedir dimisiones, hacer cumplir las ayudas prometidas, antes de regresar a ese abandono secular de unos y otros convertido ahora en bolas de estiércol que arrojarse para tapar sus vergüenzas, esas que nunca han tenido con nuestra tierra.

Levanta, Sanabria. Espéranos, que nosotros sí vamos.

📷 Foto Portada: Lago de Sanabria, agosto, antes de los incendios (Ana Pedrero)

(Infinitas #GRACIAS a los bomberos forestales que se la juegan por un sueldo miserable; a la UME; a los agentes forestales, a los bomberos y efectivos de brigadas de todo el país y del extranjero que trabajan aún en las labores de extinción. #GRACIAS a todo esos vecinos que han luchado hombro con hombro para defender lo de todos.

Malditos seais quienes quemáis la tierra y quienes no la cuidais y defendeis desde vuestros despachos)

#SanabriaTeQuiero ♥️

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