Adiós a Rafa Estali, el gitano zamorano con más arte

17 julio, 202217 julio, 2022 Ana Pedrero

🖤 Su presencia era imprescindible en los tablaos, saraos y salas de fiestas en los últimos años de los 70, los 80 y 90.

Este fin de semana se nos ha ido desde Zamora al paraíso de los gitanos buenos Rafael Estali, cantaor y bailaor anárquico, imprevisible, pura vida, e imprescindible en las salas de fiestas y saraos de los años 80 y 90.

Impecable en el porte, siempre guapo, trajeado y conjuntado de pies a cabeza, con su pañuelo al cuello, ocasional sobrero en su melena negra (que ya peinaba canas en los últimos años), su bastón y el pañuelo impoluto en el bolsillo.

Con sus camisas imposibles, sus zapatos relucientes de chúpame la punta, sus chorreras, corbatas, anillos y otros barroquismos, que a él le sentaban como un guante. Con el porte en la figura; el orgullo, la alegría de ser gitano en la frente, y la sonrisa, la educación y el respeto siempre en sus modos y maneras. Yo lo veía desde niña como una especie de príncipe gitano descendido a Zamora: alto, guapo, señorial. Elegante.

Fueron varias veces las que lo entrevisté para el viejo Correo de Zamora y alguna vez se sentó a mi lado en el Club de La Opinión cuando era un proyecto que nacía de mi mano sin apenas presupuesto pero con muchísima ilusión. En todas las ocasiones, siempre, en el trabajo y en la calle, Rafael Estali era un señor con mayúsculas, un gitano en majestad, orgulloso de su pueblo y de su cultura y con los brazos abiertos a todo el que quisiera descubrirla, conocerla, abrazarla. Lachó. Buena gente.

Rafa Estali ha sido uno de los personajes más singulares y queridos en el mundo del espectáculo zamorano. A pesar de llevar varios años retirado, era fácil verlo por Santa Clara y la zona del Mercado sin perder un ápice de su elegancia, su duende, su simpatía. Cuando Paquito, que fue mozo en La Golondrina, venía a Zamora, desayunaba con él los inefables churros de Lorenzo; a veces, en febrero, se paraba con las Águedas de San Lázaro y todavía esbozaba un baile, una especie de maridaje entre jotas y rumbas. Le alegraba vernos. También pasaba a por perchas para sus trajes en El Redondel.y posaba para la cámara de Pablo; le encantaba retratarse con sus trajes.

Probablemente las nuevas generaciones no sabrán quién era, pero quienes vivimos su época de esplendor no lo olvidaremos nunca. Forma parte de esa generación de gentes irrepetibles que hacían de Zamora una ciudad más cercana, más humana, más entrañable, más sin barreras.

Nunca fue el mejor cantaor, ni el mejor bailaor, pero Rafa Estali hacía de todo, llenaba el escenario; era una especie de showman que alegraba cualquier evento con su presencia, con su arte, en una Zamora que despertaba a la democracia y a la vida nocturna. Cuántas, cuántas galas y saraos en la discoteca del viejo hotel Rey Don Sancho, o en Las Vegas y Las Crines, hoy ya desaparecidas, donde la madrugada sorprendía siempre a los más flamencos con palmas por bulería, la manzanilla en el catavinos o el penúltimo gintonic resbalando por el gaznate.

La voz rota de Rafael y su mirada profunda, aguda, negra, azabache, se apagaba este fin de semana para siempre y ya guardan luto los hombres y mujeres de su sangre. Zamora echará de menos su impecable presencia, su porte de gitano viejo, venerable; sus paseos por Santa Clara, su alma flamenca y libre.

Todo nuestro amor para su familia y para la comunidad gitana de Zamora, que pierde a uno de sus personajes más singulares, populares y queridos.

Te avel lohki leski phuv! (en castellano: “que tenga fácil su tierra”, “que descanse en paz”) Sasa baro Manuš (Entre todos los grandes personajes)”. Latchó drom, Rafael, phral. Ash devlesa. (Buen camino, Rafael, hermano. Ve con Dios)

Sastipen talí. Salud y libertad. Hasta lo eterno, querido Rafael.

📸 Fotos: Pablo Peláez