La Plaza de los Sueños
Existe en Zamora una Plaza de los Sueños porque soñar es vivir. Porque a veces las ciudades a oscuras necesitan luz en la noche para soñar, desear con todas sus fuerzas que esos sueños se cumplan, que no haya más noches sin sueños, noches sin luna, sin la promesa del amanecer. Todo, todo, nace cada día.
Caja Rural –la espiga, la masa madre de esta tierra que fermenta y multiplica el pan; harina, arcilla en tantas cosas– ha encendido los árboles y la pérgola del parque de La Marina y una inmensa bola que pende del invisible árbol de la vida anuncia la alegría de la Navidad, la dulce espera. Esperanza, qué bonito nombre tienes.
Las aguas de la fuente son espejo, reflejo y regalo para quienes abren sus ojos al mundo y para quienes necesitamos cerrarlos para soñar despiertos, para no vivir dormidos.
Existe una Plaza de los Sueños que brillan en la oscuridad como tantas estrellas en lo alto, como tantos deseos encendidos en una tierra incendiada, teñida de negro, resurgiendo de sus cenizas. Esa luz, esas pequeñas bombillas que desafían a la noche, son nuestra carta a los Reyes Magos, nuestro deseo, nuestra lucha: que Zamora nunca se apague. Que no dejemos de soñar jamás, con los pies clavados en la tierra y el corazón y el puño en alto. Nosotros somos la llave, la promesa de los sueños cumplidos.
A por ellos.
📷 Foto: MMT (Martín y Amor)
