Veintinueve de junio, San Pedro
El calendario marca en rojo en Zamora el veintinueve de junio, festividad de San Pedro. La ciudad y sus calles deberían estar a rebosar de gente y alegría, de un pueblo que celebra estar vivos, su identidad, el pan y la palabra.
En la Plaza de Viriato los alfareros y ceramistas, los hombres y mujeres que trabajan el barro con sus manos, mostrarían miles de piezas tradicionales y de vanguardia en su gran cita anual. Toneladas de ristras de ajos tapizarían las Tres Cruces con el orgullo de ser la gran cosecha del año.
Las plazas y rincones de la ciudad echan de menos su feria de día, el olor a rico de sus planchas; las tardes y las noches, sus conciertos de Bandas, el MUBAZA con los jóvenes valores de la tierra, la muestra de folclore, las noches de copla y de jazz, las voces de lo Alollano resonando gozosas en el aire. La Catedral se queda más sola sin el quejío flamenco rompiendo contra las piedras y están cerradas a cal y canto las puertas de la plaza de toros, vacíos sus tendidos de sol y sombra.
Silencio en las calles sin el bullicio de las peñas, sin las risas de los niños con sus pajaritos de cerámica cantando su canción, sin los gigantes danzando y sosteniendo el cielo. Silencio en el Duero sin sus pruebas deportivas, sin el rescoldo de los fuegos de artificio sobre el agua poniendo fin a la alegría de la fiesta, a un año vivido, cumplido y disfrutado.
Pero hoy es 29 de junio y desde Hostelería en Zamora recordamos que Zamora está en fiestas sin fiestas. Y cerramos los ojos y recorremos de la mano de la memoria nuestros recuerdos y rincones mágicos, las vivencias de un pueblo que se echa a la calle cuando finaliza junio con las llaves de la alegría en sus manos.
Salud para el año que viene, zamoranos.