Como plata pulida
Con sus piedras centenarias y su río como plata pulida. Así Zamora sobre el Duero recortándose contra un cielo de color imposible, destellos encendidos en fuego, la última luz de este enero gélido, implacable.
La ciudad se yergue altiva en la hora mágica, la invisible frontera que separa el día de la noche, la claridad de la sombra. En la quietud de sus aguas atlánticas está escrita su estirpe y su suerte, tantos sueños, tantos deseos que viajan sin prisa y mueren sin llegar a su destino.
Y todo fluye, todo es plata limpia, espejo, agua de ley a los pies de la muralla, piedra que palpita, reflejo de nubes.
Fotos: Martín Martín