Toñi y Aurelio cierran un capítulo de más de treinta años en el Aureto
🔴 El popular café-bar de la Plaza de Viriato, un referente del mejor hacer hostelero en la ciudad, cierra hoy un capítulo de más de treinta años.
🔴 El establecimiento abrirá sus puertas la próxima semana con nueva propiedad y gerencia, aunque mantiene su cocinera y el personal.
El Café-Bar Aureto, todo un referente del buen hacer hostelero en la capital zamorana, pone hoy fin a un capítulo de su historia con la jubilación de Aurelio y Toñi, sus propietarios, que desde hoy pasan al otro lado de la barra. Una despedida que deja a Zamora sin dos magníficos profesionales hosteleros que han mantenido un establecimiento de forma impecable y que han logrado consolidar una clientela fija gracias a su exquisita atención, la calidad de sus tapas y bebidas, la limpieza y encanto de sus instalaciones y su privilegiado enclave en la Plaza de Viriato.
Hace más de tres décadas, la pareja apostaba por el casco antiguo de Zamora -tierra natal de Toñi- para abrir las puertas del primer Aureto, aquel entrañable y precioso local ubicado en la calle del Arcipreste que se convirtió pronto en punto de encuentro de artistas y literatos con su servicio de intercambio de publicaciones, conciertos en directo y un premio de poesía que posteriormente desembocaría en La Borrachería, una pequeña editorial de poemas.
Eran los tiempos de la terraza en la Plaza de Fray Diego de Deza, la de Las Marinas (que también se nos han ido) y los tilos, rabiosos de perfume en estas noches de junio. La reforma del local -con el viejo espejo del desaparecido Hotel Cuatro Naciones de fondo- ya dejaba patente el exquisito gusto y la profesionalidad de Aurelio y Toñi a la hora de regentar un negocio.
Ay, si esas paredes rosas, si ese suelo ajedrezado en blanco y negro tuvieran memoria de las cosas, cuántas cosas, cuántas noches, cuántos momentos bonitos, las canciones de Luis Ramos, el gesto adusto de Manolo Fadón, los besos inocentes, la juventud sin culpa, poesía, partidas de mus, música, cánticos, abrazos… ahí, bajo su arco y su bóveda descendían las estrellas cada noche y se posaban junto a la iglesia de San Ildefonso para dar vida, para dar luz a la ciudad del silencio. Qué días tan felices.
Después llegó Aurelio hijo a sus vidas, a nuestras vidas, y el matrimonio decide adquirir un local propio en la esquina de la plaza de Viriato con la calle Sacramento, frente a la Diputación, junto al Museo Etnográfico, tan cerca de la Biblioteca Pública y del desaparecido Museo de Semana Santa, convirtiendo la hora del desayuno en un placer, en un eterno encuentro, con las mejores tapas; la tostada recién hecha, la tortilla en su punto, las croquetas sobre sus blondas, el café con la leche fría, la caña bien tirada, el tinto en su temperatura; la mirada de tantos artistas desde sus paredes, Coomonte y su farola, Flecha con su gubia, Losada con la melena al viento, Tostón y Pachi en aquel viejo retablo de las maravillas. Las noches de jazz y de luna llena, aquel agosto, los días de lluvia, las patatas y los pistachos, el hipopótamo de Jorge, las velitas como luceros bajo los castaños de indias, los desayunos con Teresa, las «cloquetas» con Viki, los poemas de Juanma, esta emoción que me empaña la vista, que me hace mirar atrás, escarbar tan hondo.
Toñi y Aurelio llegan hoy al final de su vida laboral, una vida de trabajo sin descanso, de dedicación plena a un negocio que ha marcado un estilo propio en la hostelería zamorana. La Plaza de Viriato ya no será la misma, ya no se entendería sin su terraza de verano, sin la luz de la esquina para el café o la copa del invierno.
Allí, bajo la luz cálida que diseñó el arquitecto Leocadio Peláez, frente a la caricatura de Luis Quico, el puro de Claudio, el primer Bajo Duero, los gigantones, La Golondrina de Pedrero... allí, donde las últimas noches de aquel último año, el penúltimo brindis, los besos que ya no se dan, los que nos faltan, los que se fueron.
El Aureto cierra hoy un capítulo de más de treinta años de historia; historia de Zamora, mi propia historia, la de aquella joven de veinte años que soñaba con el periodismo que aún creía en el amor, que iba a comerse el mundo. Cuántas cosas desde entonces, cuánta alegría, cuánta ausencia.
Toñi y Aurelio llegan a su merecido descanso, pasan al otro lado de la barra, el júbilo de un trabajo impecable. El establecimiento abrirá de nuevo sus puertas la próxima semana con nueva gerencia, la misma cocina y con Sara, el alma mater de la barra. Pero ellos ya no estarán, aunque cada rincón, cada pequeño detalle del local nos hable de ellos. Por eso hoy el Aureto no era el de siempre, era el perfecto escenario para una despedida, para los buenos deseos, para el agradecimiento, para unas flores y una sonrisa.
Los echaremos de menos, mucho, en el bullicio de los desayunos, en las tardes de entrevistas y reportajes en «mi despacho» (al fondo a la izquierda), en la música calma y la media luz de sus noches, en las miradas cómplices que dicen sin decir, en los secretos qué siempre se guardan, tanta memoria y vida compartida en lo bueno y en lo malo. Y siempre, siempre, tendrán una barra abierta, barra libre, en el corazón de esta ciudad, en este corazón que escribe solo, sin que yo le dicte.
#GRACIAS por tanto, mis queridos amigos. Gracias, Toñi. Gracias, Aure. Os quiero.
Ahora, la vida.
📷 Fotos: Ana Pedrero/ Rafa Lorenzo (archivo)
He tenido el placer de conocer a estos dos grandes profesionales. Os merecéis un buen descanso y que disfrutéis de vuestra jubilación que os lo merecis .Un fuerte abrazo y Felicidades Ahora empezar vuestro viaje de jubiletas
Un saludo y abrazo muy fuerte para los dos
Comparto todo esto y qué bonito como lo has escrito Ana. Aurelio y Toñi, os echaremos de menos
Yo, Carlos Cabezas, «Cliente Histórico» del Aureto, les desea una feliz jubilación, y como decía mi padre «Salud y Suerte»
Soy cliente esporádico en mis visitas a la Diputacion
Pero como de la profesion
Chapo por esta gran pareja de profesionales Saludos de Sanabria
“Panchito” Desearos buena entrada en
tan merecida jubilación
Me alegro por vosotros que habéis llamado a vuestra jubilación y y a no oiremos algunos aquello de ( estamos cerrando) que nos decía Aurelio así que un abrazo muy fuerte amigos
Muchos años de buenos almuerzos, de buenos recuerdos una atención de categoría.
¿ Donde voy ? Al Aureto, hasta ahora mi pensamiento habitual. Necesito comunicar un pensamiento , tengo a Aurelio, siempre dispuesto con su sonrisa picarona a escuchar.
Al entrar en el bar , escucho una voz que me dice : un completo ( agua mineral , café y chupito ) ese es NUESTRO AURELIO.
No se como podre sustituir a TOÑI Y AURELIO , aunque me alegro por ellos y siempre tendrán un sitio en nuestros corazones .