Carmen, el alma, la eterna dependienta de Seisdedos
🖤 Zamora y su comercio se visten de luto en el día de Navidad con el fallecimiento de Carmen Higuera Cabañas, ‘Carmen Seisdedos’, el alma, la eterna dependienta de la tradicional zapatería de la Plaza de Zorrilla, esquina San Torcuato, donde calzó a generaciones enteras de zamoranos. Paisaje humano esencial de un comercio que tiene a desaparecer basado en el cariño, en la confianza de toda la vida, en un trato personal exquisito, en la amabilidad hecha persona.
🖤 El tanatorio está instalado en La Soledad, frente a la iglesia de La Horta, y la iglesia de Cristo Rey, su parroquia de siempre, acoge mañana una vigilia a las 10.45 horas.
Alegre, dicharachera, buena, generosa, Carmen era un torbellino de vida dentro y fuera de un negocio donde, sin ser suyo, ponía alma y corazón, siendo uno de los pilares de la desaparecida y añorada Zapatería Seisdedos.
Carmen tenía en su cabeza el número que gastaba cada zamorano y sabía también muy bien qué piedra le apretaba el zapato a cada uno; vendió zapatos de novia, de novio, de comuniones y bautizos, de ceremonias, inviernos y veranos, e incluso zapatos para no pisar jamás la calle, zapatos brillantes para difuntos en su último paseíllo.
Miembro de la Agrupación Montañera Zamorana, parte del mítico grupo de amigos y gentes queridas como José Ramón de la Peña, Paco Pedrón, Azucena, Matilla, Mariángeles.y toda esa panda de montañeros que tienen en Sanabria su eterno refugio y maravilloso. Cuánto nos hemos reído también por aquellos parajes.
Carmen era la sonrisa; la capacidad extrema de convertir el drama en una anécdota, el silencio en risa atronadora. Vividora hasta exprimir el minuto, disfrutona, viajera, guisandera extraordinaria, hija hasta el último día cuidando como un tesoro a su madre; la séptima de mis ‘Cabañitas‘, que hace nada dejaban volar también a la hermosa Mar, nuestra hada de los collares, la voz de los Alollano que anoche cantaba villancicos en el cielo. Yo la escuchaba sin saber que nuestra Carmela se iba de vuelo tan pronto, sin saber que la llamaba.
Amanece triste, horriblemente triste, este Día de Navidad, día que marcaba en el carné su cumpleaños, aunque en realidad era el 24, en la Nochebuena. Muchas llamadas y mensajes , también los míos, se quedaron ayer sin leer, emplazándonos para un parlao, un tirón de orejas y un brindis por la vida hoy o cuando fuera, sin saber que una insuficiente respiratoria la tenía conectada al oxígeno por vía de urgencia para apagarse esta mañana como una estrella fugaz, con tanta luz, tanto recorrido luminoso en el cielo. Esa luz que siempre me acompañará en la vida, esas alas hermosas que te estaban brotando.
Quedan tristes las tardes en Sanlúcar y en Cádiz, el amanecer en Bajo de Guía, las tardes de playa con una niña de sangre zamorana y nombre como la Luna; las sobremesas en Pelambres, las cenas sorpresa en tu piso, nuestros paseos por el Duero, las comidas de los viernes, aquellas noches que no terminaban después del Crin, en el Jalisco, tardes de toros y verbenas por la provincia o incluso aquella madrugada de elecciones en que fuimos las primeras votantes con las sandalias de tacón colgadas de las manos.
Pura vida, pura alegría despreocupada cuando nos creíamos a salvo de todo y nos reíamos hasta de nuestra sombra sin hacerle daños a terceros. Tantas confidencias, tantas cosas buenas y malas porque en todo te dabas y estabas, en la luz y en el dolor -que también hemos llorado mucho, que prometimos no vernos más en un duelo y no lo hemos cumplido, aunque tú ya descansas-, siempre tan amorosa, siempre buscando y hallando el lado bueno de la vida. Tú todo lo hacías bueno.
Ayer quedaba pendiente, ahí, perdidos en tu teléfono campan mis llamadas y mi mensaje, y hoy brindo por tu vida y te doy las gracias, mi queridísima, buena, tierna, generosa y divertida AMIGA Carmen. Mi preciosa rubia zapatera, cumpleañera para siempre al otro lado de la vida. Allí te esperan la comadrita Marga para hilvanar alguna madrugada loca hasta que yo pueda sumarme cuando cruce hacia la luz; la dulce Mar, recién llegada, tan pronto; y lo que más querías en el mundo, ese retorno a los brazos de tu madre, ese abrazo que tanto echabas de menos.
Gracias por cruzarte en mi vida desde mi infancia y primera adolescencia; gracias por calzar mi vida, por asentar mis pasos para ir con pies de plomo en los momentos difíciles, en las decisiones importantes, por tantas carreras locas sobre el amanecer. GRACIAS, sobre todo, por hacer de este mundo un lugar mucho más bonito, más alegre, más acogedor para todos.
Vuela, vuela, vuela, mi queridísima Carmen Higuera, alma, sanadora de dolores y penas, tan hermosa. Tan deprisa, tan temprano.
Te quiero hasta la eternidad y me duele el alma.
Espérame en el cielo, corazón.
(Todo mi amor a las familias Higueras Cabañas y Martín Cabañas -Cristina, Yolanda, Violeta, Myriam y Marijose-, sementera de mujeres valientes, luchadoras y llenas de luz que refuerzan mi vida, espejo en tantas cosas. Os quiero tanto…)



Esto no es dolor es cariño doloroso…… Uffffff. Ana vaya texto no imagino cuantas emociones revividas e para escribir esto….
Así es Clara. Mucha vida, muchas cosas con Carmen. Hay letras, palabras, noticias, que cuesta la misma vida escribir. Ella ya nos cuida desde arriba ❤️
Que pena me ha dado leer esto,yo que la tuve varios años de vecina junto a su madre puerta con puerta,en la calle Obispo Acuña.
Que buenísimas personas.
DEP.Carmen
Preciosa y sentida despedida, al leerte he podido sentir tu dolor, y sin conocerla saber las huella que ha dejado en ti y en mucha gente, me has presentado a una gran persona. DEP
¿Pero estaba enferma? Me he quedado de piedra, creo que me dio un curso de dependienta en UGT.